-Niña, ¿Cuál es tu
nombre?
Recuerdo que tenía una
voz cálida y agradable.
-Me llamo Clara.
-Bien Clara, creo que entiendes que acabas de
fallecer.
-Quiero volver. Con mi padre.
El hombre, frunció el ceño miró a ambos lados y negó
con la cabeza.
-Eso no va a ser posible pequeña. Acabas de fallecer
y tienes que venir conmigo antes de que vengan Los Otros.
-¿Los otros?- Pregunté extrañada.
- Te lo voy a explicar todo. Pero para eso tienes
que venir conmigo.
Me tendió la mano. Me seguía pareciendo un hombre
cálido así que se la tomé. Además tenía seis años y no entendía nada pero
recuerdo que me asustaba la idea de quedarme y comprobar quiénes eran Los Otros.
Me guió hasta el haz de luz. Recuerdo que no pude evitar volver la vista atrás.
Ante la estampa que estaba ante mí todo ocurría como si el hombre con alas y yo
no estuviésemos ahí. Creo que en cierta medida me pareció normal. Mi padre
estaba sentado en la parte trasera de la ambulancia, con una manta rodeándole
por los hombros y uno de los médicos sentado junto a él, reconfortándole.
Recuerdo que se me hizo un nudo en la garganta pero noté el tirón del brazo del
hombre, insistiendo y crucé.
Sin saber cómo, me vi en un lugar como de otro
mundo. El suelo y el techo eran de nube y las paredes blancas. Era todo blanco.
Había gente vestida igual que el hombre y también tenían alas. Seguía agarrada
de la mano de aquel hombre. Me condujo, pasando por delante de todos por un
pasillo, había puertas a derecha e izquierda también blancas. Entramos en uno
de los cuartos. Todo era blanco. Empezaba a acostumbrarme.
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