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lunes, 10 de febrero de 2014

Un amor entre dos ángeles 20

Ya hemos llegado al fragmento número 20. Quería agradecer a la gente que me está leyendo y que espera pacientemente a que vuelva a publicar. Muchas gracias porque de no ser por las visitas que causó los primeros fragmentos de ''Un amor entre dos ángeles'', no habría seguido escribiéndolo y, por tanto, no habría descubierto lo mucho que me está gustando escribirlo. Así que muchas gracias por leerme, porque es un gran ánimo y apoyo ver que esas visitas al blog crecen, como no lo habían hecho nunca.
Dicho esto: En el fragmento anterior, Clara y Simon iban a volver a ir a la Tierra después de un tiempo, y por primera vez juntos. Dejamos a Clara siguiendo a Simon a través del Portal para ir a la Tierra. Este fragmento, es una ''introducción'' a un nuevo hecho de la historia. Puede que tarde un poco en escribirlo, pero intentaré tenerlo cuanto antes.
Espero que os guste.

Tras sentir de nuevo la sensación del frío viento de la noche, desplegué mis alas y seguí al grupo de ángeles que se había desplegado por el cielo de la ciudad. Volaban bajo, observando atentos todas las calles en busca de moradores del Infierno. Conté nueve ángeles y tenía otros dos detrás. Contándome a mí doce. Nos unimos los tres rezagados al grupo y nos desplegamos en forma de ‘V’, con seis ángeles a cada lado. Así podíamos vigilar ambos lados de la calle. Yo estaba en la parte derecha, detrás de Simon. Dirigía mi vista entre las calles que pasaba rápidamente volando y al frente para no chocarme contra nada o contra algún pájaro. Volábamos bastante rápido. Si no hubiéramos sido ángeles, no podríamos ver todas las calles con claridad a tal velocidad. Un ángel me adelantó y lo dejé pasar. Me estaba quedando un poco rezagada. Otro ángel me pasó y me quedé en la punta.
Entonces, cuando volví a dirigir mi mirada hacia la calle, vi un grupo de tres ángeles volando al final de una calle bastante larga. Pasaron muy rápido, casi tanto como nosotros. Pero había una cosa que no me pasó por alto: Sus alas eran negras. Al pasar un bloque de edificios hasta una nueva calle los volví a ver. Iban un poco más adelantados que donde estaba yo. Los demás parecieron no darse cuenta. Dudé. No sabía si dar la voz de alarma. De pronto, vi que Simon se había ralentizado su vuelo y se había colocado a mí lado.
-¿Tú también los has visto no? –Preguntó, serio.
Asentí. Simon volvió a adelantarse y lo vi hablando con ángel que iba primero en la fila de la derecha. Este asintió, con expresión grave y dirigió una mirada a la ángel situada en el extremo izquierdo, quien también asintió. De pronto, ambos hicieron un giro perfecto y se adentraron en una calle ancha y larga. La formación se rompió, pero todos íbamos a la par. Sin mediar palabra, ya sabíamos qué ocurría. Salimos de la calle y vimos a los tres ángeles dar vueltas sobre el campanario de una iglesia. Sin duda, eran ángeles oscuros. Uno de ellos, aterrizó acuclillado al lado de una gárgola. Estaban un poco alejados, pero aún así también vimos como otro ángel se metía en el campanario y el último, se colocaba apoyado sobre la punta del campanario. Nos dirigimos hacia allí rápidamente y nos dividimos. Unos subieron directamente al campanario, mientras que otro grupo aterrizó en la acera para entrar por la puerta y subir hasta el campanario por escaleras. Me dirigí junto con éste último grupo y busqué a Simon. Me sentí ligeramente preocupada al comprobar que había subido directamente. La voz de Bernardo diciéndome que no nos separásemos retumbó en mi cabeza.
                          



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