Dicho esto: En el fragmento anterior, Clara y Simon iban a volver a ir a la Tierra después de un tiempo, y por primera vez juntos. Dejamos a Clara siguiendo a Simon a través del Portal para ir a la Tierra. Este fragmento, es una ''introducción'' a un nuevo hecho de la historia. Puede que tarde un poco en escribirlo, pero intentaré tenerlo cuanto antes.
Espero que os guste.
Tras sentir de nuevo la sensación del frío viento
de la noche, desplegué mis alas y seguí al grupo de ángeles que se había
desplegado por el cielo de la ciudad. Volaban bajo, observando atentos todas
las calles en busca de moradores del Infierno. Conté nueve ángeles y tenía
otros dos detrás. Contándome a mí doce. Nos unimos los tres rezagados al grupo
y nos desplegamos en forma de ‘V’, con seis ángeles a cada lado. Así podíamos
vigilar ambos lados de la calle. Yo estaba en la parte derecha, detrás de
Simon. Dirigía mi vista entre las calles que pasaba rápidamente volando y al
frente para no chocarme contra nada o contra algún pájaro. Volábamos bastante
rápido. Si no hubiéramos sido ángeles, no podríamos ver todas las calles con
claridad a tal velocidad. Un ángel me adelantó y lo dejé pasar. Me estaba
quedando un poco rezagada. Otro ángel me pasó y me quedé en la punta.
Entonces, cuando volví a dirigir mi mirada hacia la
calle, vi un grupo de tres ángeles volando al final de una calle bastante
larga. Pasaron muy rápido, casi tanto como nosotros. Pero había una cosa que no
me pasó por alto: Sus alas eran negras. Al pasar un bloque de edificios hasta
una nueva calle los volví a ver. Iban un poco más adelantados que donde estaba
yo. Los demás parecieron no darse cuenta. Dudé. No sabía si dar la voz de
alarma. De pronto, vi que Simon se había ralentizado su vuelo y se había
colocado a mí lado.
-¿Tú también los has visto no? –Preguntó, serio.
Asentí. Simon volvió a adelantarse y lo vi hablando
con ángel que iba primero en la fila de la derecha. Este asintió, con expresión
grave y dirigió una mirada a la ángel situada en el extremo izquierdo, quien
también asintió. De pronto, ambos hicieron un giro perfecto y se adentraron en
una calle ancha y larga. La formación se rompió, pero todos íbamos a la par.
Sin mediar palabra, ya sabíamos qué ocurría. Salimos de la calle y vimos a los
tres ángeles dar vueltas sobre el campanario de una iglesia. Sin duda, eran
ángeles oscuros. Uno de ellos, aterrizó acuclillado al lado de una gárgola.
Estaban un poco alejados, pero aún así también vimos como otro ángel se metía
en el campanario y el último, se colocaba apoyado sobre la punta del
campanario. Nos dirigimos hacia allí rápidamente y nos dividimos. Unos subieron
directamente al campanario, mientras que otro grupo aterrizó en la acera para
entrar por la puerta y subir hasta el campanario por escaleras. Me dirigí junto
con éste último grupo y busqué a Simon. Me sentí ligeramente preocupada al
comprobar que había subido directamente. La voz de Bernardo diciéndome que no
nos separásemos retumbó en mi cabeza.
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