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lunes, 6 de enero de 2014

UNA ILUSIÓN NAVIDEÑA

Con motivo de estas fechas, relato de la ilusión navideña.


Estaba tumbada en el sofá, viendo el encenderse y apagarse de las luces del belén. Papá, lo montaba cada año, y a mí, me gustaría ayudarle, pero siempre me decía que mirase y aprendiese para cuando fuera mayor. Me encantaba quedarme absorta contemplando todas las figuritas y la vida que representaban. El herrero, con el martillo en la mano, los pajes, con los camellos de los reyes, la lechera, los pastorcillos, la mujer con la ropa en el río, el pescador… Todos ellos me fascinaban. Me encantaba el nacimiento, sobre todo, porque la mula y el buey, los ponía yo de mi colección de animales y eso me enorgullecía. Estaba pensando en todas las sorpresas que tendría al día siguiente. ¿Qué regalos tendría este año? ¿El tío me volvería a esconder el regalo, como si no tuviese ninguno? Recuerdo que hace años, me escondió uno y me eché a llorar porque pensaba que había sido mala. 
Me prometí a mí misma, pasarme toda la noche en vela, para estar atenta de los ruidos de la casa. Papá, me mandó a la cama, no sin antes haber recibido unas cuentas protestas. Me metí en la cama y me acomodé. Estaba despierta. No quería dormirme. Además, tenía un libro de Los Cinco, para que no me durmiese. Pero, al final el sueño pudo conmigo. 
Me desperté sobresaltada y salí de la cama veloz como un rayo. Pasé por el salón y… ¡Los regalos! ¡Ya estaban ahí! Fui a la cocina y vi que eran las tres de la mañana. Me decepcioné mucho. Yo quería abrirlos ya, pero seguro que si despertaba a mis padres, me devolverían a la cama. Fui a la cama, no sin antes ver mis paquetes. Me dormí de nuevo. Tras muchas veces más despertándome y comprobando el despertador, decidí que ya no podía más. Eran las seis de la mañana, y pensé que, como mamá siempre se despertaba temprano no iba a importarle. Tras haberlos despertados a ambos con los chillos de ¡Han venido los reyes! ¡Han venido los reyes! Me dirigí rauda y veloz al salón y me abalancé contra el primer paquete. Ahora sí que podía descargar los nervios y la ilusión navideños.

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