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lunes, 20 de enero de 2014

Un amor entre dos ángeles 14

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El resto del día transcurrió con mucha tranquilidad, estuve leyendo el libro, mantuve un par de conversaciones más con Simon y las cosas entre Bernardo y yo se fueron relajando y poco a poco volvíamos a la normalidad.
A pesar de que no iba a salir, cuando llegó la noche me congregué con los demás ángeles en el salón, frente al portal. Había muchos ángeles allí, entre ellos se encontraba Bernardo que me miró, pero no dijo nada. Entre los ángeles que iban a salir había dos que me resultaban familiares y entre ellos, el que más destacaba por su cabellera pelirroja era Simon. Tenía el pelo rizado revuelto y se le veía nervioso. Se dio la vuelta y su mirada encontró la mía. Se alejó un poco del resto de los ángeles y se dirigió hacia mí.
-Has venido. –Dijo con una sonrisa.
-Sí… Quería ver cómo os vais. Os deseo mucha suerte. –Le dije yo con otra sonrisa.
-Gracias, ¿Seguro que no quieres venir? Aún hay tiempo…
-No gracias. –Lo interrumpí. –Tened cuidado  y mantén los ojos abiertos, pueden estar en cualquier parte. Ah y ya me contarás cuando vuelvas ¿Eh?
Su sonrisa se ensanchó aún más. Parecía muy ilusionado.
-Tenlo por seguro.
Acto seguido se dio la vuelta y se encaminó de nuevo hacia el portal. Vi que algunos ya habían partido. Había muchísimos ángeles que iban a partir aquella noche, observé. Incluso había algunos veteranos. Por seguridad, pensé. Nadie quería que hubiera tantas bajas. Simon se dio de nuevo la vuelta y me sonrió de nuevo. Levanté una mano a modo de despedida y se dio la vuelta y se dejó caer. Vi como sus pelirrojos rizos desaparecían y oí un fragmento de una conversación a mí espalda.
-No creo que, a pesar de que vallan tantos consigan que no haya muertes. Es parte del oficio. Además uno de los ángeles supervivientes de ayer dijo que un ángel oscuro se hallaba junto a los demonios. Si los ángeles del Infierno salen, no creo que regresen muchos…
-No seas pesimista. –Ahora la que hablaba era una mujer. –Yo creo que sí volverán. Aunque también me preocupa lo de los ángeles oscuros.
Me dieron ganas de gritarles que no todos los ángeles oscuros eran malos, que ayer uno me salvó la vida, pero en lugar de eso, me di la vuelta y me dirigí a mi cuarto. Ni siquiera volví la vista atrás por Bernardo. Me tumbé en la cama y esperé. En realidad no sabía qué es lo que esperaba pero estaba esperando algo. Mi cabeza daba vueltas. Cuando parpadeaba veía la imagen de Simon sonriéndome antes de caer hacia la Tierra. Me pregunté si Axel también iría a la Tierra aquella noche. ¿Llevaría consigo más ángeles oscuros? ¿Haría Axel daño a Simon y a los otros? Sacudí la cabeza. Axel me había salvado la vida, no había ningún motivo para que hiciera daño a Simon y a los demás ángeles que iban aquella noche. Aunque nunca se sabía lo que podía suceder. Al final, el agotamiento del entrenamiento y mis pensamientos me vencieron y me dormí.

Me desperté con la mente nublada y confusa. No sabía muy bien cuándo me había dormido ni cuánto. Me pregunté si los ángeles de aquella noche habrían vuelto y me dirigí al salón. Allí había varios ángeles y la mayoría estaban curando a otros más jóvenes. El corazón me empezó a latir más rápido. Había uno que sangraba de una enorme herida en la cabeza. Los ángeles sanamos rápido, pero aún así necesitamos curación. Vi un ángel mentor que hablaba con otros dos. Parecía desolado. Busqué con la mirada desesperadamente  a Bernardo o a Martin o a Simon. 

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