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jueves, 23 de enero de 2014

Un amor entre dos ángeles 16

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Asentí. Simon era quien dirigía el paseo. Caminamos en silencio y salimos del salón y nos detuvimos frente a la sala de entrenamiento. Simon abrió la puerta y me indicó que entrara. Lo seguí y cerró la puerta. La sala estaba vacía y era la primera vez que la veía vacía. Me resulto extrañísimo.
Nos sentamos y Simon comenzó a hablar.
-Hoy ha sido muy duro. No sabía que iba a ser así. Ver a uno de tus compañeros muertos… He visto sus ojos, Clara. Sin vida, huecos.  –Tragó saliva y continuó. –Los demonios son horribles. A pesar de ver ilustraciones en los libros y cosas así. Nada te prepara para la realidad. –Una nueva pausa en la que Simon levantó la cabeza y me miró a los ojos. –Unos ángeles emprendieron el vuelo, y cuando regresaron, dijeron que habían avistado demonios alimentándose en un parque. Nos dirigimos todos allí y vimos a dos demonios con un humano ya muerto. Cuando se dieron cuenta de nuestra presencia, dejaron la comida –Pronunció esto con cierta amargura. – y se encaminaron gruñendo hacia nosotros. A ti te lo puedo contar, estaba aterrado, a pesar de que estábamos tantos. Uno de los demonios saltó hacia un veterano y lo rechazó sin problemas, pero de pronto, saltó otro que no habíamos visto. Estábamos rodeados, Clara. Por todas partes. Demonios por todas partes. Eran menos, pero había algunos muy grandes. Volé para esquivar a uno y vi cómo todos luchaban. Algunos corrían mientras uno gigante les perseguía. Entonces fue cuando cayó el primero de los nuestros, y nuestro grupo se dispersó. Estábamos en grupos más pequeños y en todos había por lo menos un demonio. Cayeron algunos pero aún así… Vi que uno de los grandes tiraba a un compañero y que éste se golpeaba con una piedra. –El de la herida de la cabeza pensé. –No podía ver cómo otro compañero moría. Me lancé, todavía en el aire contra él y conseguí derribarlo, pero al ponerme en pie otro se tiró sobre mí cuando alzaba de nuevo el vuelo. Me desgarró el brazo entero, como ya habrás visto. –Dijo, con una sonrisa amarga, probablemente recordando el dolor. –Fue como si me estuvieran quemando con algo. Otro compañero me lo quitó de encima, afortunadamente. Entonces escuché el grito de que había que marcharse y volvimos.
Vi cómo los enormes ojos verdes de Simon se inundaban de lágrimas. Lo comprendí perfectamente. Yo también vi ayer cómo morían mis compañeros. Me acerqué un poco más a él y le abracé. Después de la sorpresa, me devolvió el abrazo. Permanecimos así un buen rato y luego, secándose las lágrimas dijo.
-¿Podrías aconsejarme? Es que hay algo que les he ocultado a los demás y… No sé qué hacer.
-Claro. –Dije, preguntándome qué sería.
-Cuando esquivé al primer demonio, me quedé por un rato en el aire mirado la escena. Y… -Dudó. –No estábamos solos.
-¿Qué quieres decir?
-Pues que… En un monumento del parque, había un ángel. Estaba muy oscuro así que se veía todo negro y pensé que era una estatua pero… -Volvió a dudar y le apremié con la mirada. –Se movió. Sus alas se movieron y luego volvió a quedar en la misma posición.
Nos quedamos un rato en silencio. Simon me miraba esperando una respuesta, pero yo ya sabía quién era la sombra. Axel. Así que sí que había ido aquella noche también a la Tierra.
-No creo que sea de mucha relevancia. Aunque fuera un ángel oscuro, no intervino y además sólo era uno. Creo que dará igual si no lo cuentas.
Simon sonrió, parecía aliviado.
-Gracias por escucharme, Clara. Ahora será mejor que nos vallamos, si no van a preguntarse dónde estamos.

Me levanté y salimos. Tras darnos las buenas noches, nos dirigimos cada uno a su cuarto. Aquella noche, no pude conciliar el sueño, a pesar del rato que había dormido antes. 

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