Había más demonios que combatían ferozmente contra
algunos ángeles. Había ángeles de luz volando alrededor del campanario,
persiguiendo a los tres ángeles oscuros, que burlaban a los nuestros con
relativa facilidad. Vi a una ángel oscura sonreír, burlona a dos ángeles de
luz. Estaba subida a una de las campanas y los ángeles estaban apoyados en el
suelo. Levantaron el vuelo y, con un movimiento ágil y rápido, la ángel se
escabulló y se dirigió al tejado del campanario. Todo era un caos. Los ángeles
y demonios iban de un lado a otro, persiguiendo, defendiéndose y persiguiendo.
Nos incorporamos a la lucha y así conseguimos superar en número a los demonios.
No parecía haber bajas de ningún bando. Un ángel me chilló:
-¡Ten cuidado con los oscuros! ¡No te vallan a
llevar! ¡Esquívalos siempre que puedas!
Asentí. Me dirigí corriendo hacia un demonio que
había conseguido tumbar a una ángel joven y le di una patada en el costado. El
demonio aulló de dolor y dirigió su furiosa mirada hacia mí. En ese instante, a
pesar del frenesí que sentía por la batalla, sentí una punzada de miedo al ver
sus ojos amarillos en los que se reflejaban un torbellino de furia y sed de
sangre. A pesar de eso, fue suficiente para que la ángel pudiera escapar. Empujó
al demonio y lo estampó contra una campana, que vibró. Algunas palomas volaron.
Llegaron más demonios y los ángeles que perseguían a los oscuros tuvieron que
bajar para echar una mano. Aún así éramos más que ellos. La batalla continuaba
sin que hubiera demasiadas declinaciones para ningún bando. Al final, dos o
tres demonios cayeron del campanario y se estrellaron contra la acera de la
calle, varios metros abajo. Esto hizo que los demás se empezaran a retirar, y
apenas sí lanzaban ataques. La mayoría de ellos concentraban sus fuerzas en
defenderse del a bocajarro de ataques que les lanzábamos. Los demonios
retrocedieron y se retiraron.
Nos quedamos todos un tiempo en silencio. No
habíamos sufrido bajas y ninguno tenía heridas graves. Busqué a Simon con la
mirada y vi que estaba hablando con la chica a la que había ayudado antes. Me
dirigí hacia ellos y, en ese preciso momento, un ángel oscuro cayó sobre el
campanario a gran velocidad, cogió a la chica y se la llevó a lo alto de la
torre. A la chica sólo le dio tiempo de emitir un agudo chillido de pánico.
Simon se quedó con la boca abierta y su rostro marcaba entre sorpresa y horror.
De pronto, Simon desplegó las alas y emprendió el
vuelo. Le llamé pero no me escuchó. Decidí seguirlo. Aterricé a su lado en el
techo del campanario. Era abombado, como una semiesfera y tenía una antena en
el medio. En el otro extremo, se hallaban los tres ángeles oscuros. La chica
rubia y de una intensa mirada azul. Intenté mirarla a los ojos pero su mirada
era tan intensa que tuve que retirar la vista. Iba vestida con un corto y
escotado vestido negro y sus alas brillaban pese a la noche. Un hombre de pelo
muy corto marrón y de ojos también marrones. Era alto y muy corpulento y
sujetaba al ángel de luz que estaba aterrada. Temblaba y tenía las rodillas
ligeramente flexionadas. El hombre sonreía con maldad. El otro ángel oscuro,
era más joven y mucho menos corpulento. Era delgado, bastante aunque tenía bien
marcados todos los músculos. Como parecía habitual en los oscuros, tampoco
llevaba camisa. Su pelo negro largo, le caía ligeramente sobre la cara, ya que
tenía la cabeza levemente inclinada. Miraba con sus intensos ojos grises al
ángel retenida. Sus ojos marcaban una profunda tristeza. Clara lo reconoció
enseguida: Se trataba de Axel.
Espero que os guste este nuevo fragmento, iré publicando más. Un saludo.
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