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domingo, 9 de febrero de 2014

Un amor entre dos ángeles 19

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En este fragmento, volvemos al Cielo y a la mente de Clara. Aquí, se explica un poco más acerca de Simon, que se ha convertido en el mejor amigo de Clara. Espero que os guste.

                                  -De vuelta al Cielo, un tiempo más tarde-

Tras un tiempo entrenándome junto con Simon, tanto Bernardo como Martin estuvieron de acuerdo en que no podían tenernos toda la eternidad en el Cielo, como si aún fuéramos niños. El brazo de Simon se recuperó rápidamente y accedió a entrenar conmigo. Simon me caía muy bien y lo consideraba mi mejor amigo. Nos entendíamos a la perfección y a la hora de entrenar, estábamos sincronizados. Fuimos conociéndonos el uno al otro y así fue como supe que Simon había fallecido cuando iba con unos amigos por un paseo marítimo un día de mucho oleaje. Aquel día, vi un Simon totalmente diferente y que no he vuelto a ver. El Simon que todo el mundo conoce es una persona cálida, sonriente, amable y sin ningún problema aparente. Cuando me contó esa historia, vi como si hubiera visto un Simon metido en una caja de doble fondo. Se mostró serio, con un semblante sombrío y con palabras duras, carentes de sentimientos. Ese día también me contó, que había decidido no confiar más en la gente; un día haciendo el tonto, un amigo que te empuja, un resbalón y una ola que te arrastra. Simon, al contrario de mí, sí recuerda cómo murió con detalle. Me contó que una vez se halló en el agua, luchó desesperadamente por salir a tomar aire, pero nuevas olas lo arrastraban hacia el fondo. Luchó desesperadamente y consiguió salir un segundo y lo único que escuchó fueron gritos aterrorizados de sus amigos y el rugido del mar. Una nueva ola lo sumergió y lo arrastró hacia las rocas. Se golpeó la cabeza con una piedra. Luego todo le quedó confuso. Recuerda haberse ido lentamente hacia el fondo, donde no había olas. Veía y aún escuchaba las olas, pero como si todo estuviera muy lejos. Los ruidos eran sordos y su visión, oscura. Se posó en el fondo y me dijo que sentido mucho cansancio y presión en el pecho. Se sumergió en una profunda oscuridad. Y luego la luz que yo también conocí.

Unos ruidos en mi puerta hicieron que me incorporara en la cama. Abrí la puerta con un gruñido y me encontré a Simon apoyado en el marco. Sonrió.
-Vaya pelos. –Saludó.
-Estaba tumbada. –Dije, un poco enfadada. Luego sonreí y pregunté: -¿Nervioso por tu segunda noche?
Su sonrisa se ensanchó dejando ver sus blanquísimos dientes.
-¿Tú no? También es tu segunda noche. –Hizo una pausa, tras la que añadió. –Vamos, ya es la hora.
Acto seguido salimos al salón donde los ángeles ya se estaban reuniendo. Localizamos a Bernardo y Martin hablando con otros dos ángeles; una mujer y un hombre, que estaban de espaldas a nosotros. Los rostros de Bernardo y Martin eran serios y la voz de Bernardo, grave, como siempre que había algo que lo preocupara. Nos dirigimos hacia ellos al mismo tiempo que los otros dos ángeles se marchaban. Los saludé con una inclinación de cabeza y Simon levanto la mano. Bernardo empezó a repasar todo y Martin asentía de vez en cuando o añadía algún detalle importante. Cuando hubo acabado, Martin nos dijo que todo iba a salir bien, que nos relajásemos. Nos encaminamos hacia el portal, donde el guardián nos saludó con un asentimiento. Justo cuando nos íbamos a dejar caer oí la voz de Bernardo a mi espalda:
-Y no olvidéis permanecer unidos, como el equipo que sois. Tened cuidado.

Simon se adelantó y traspasó el portal. Acto seguido lo seguí. 

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